Aborto
“Hoy la pobreza más grande es el aborto, porque quiere decir que tenemos miedo de los niños, de criarlos, de educarlos”. ( Beata Teresa de Calcuta)
AGATA MROZ
HEROICA ATLETA POLACA MURIÓ POR SALVAR A SU HIJA NO NACIDA
16 Jun. 08 (ACI).- En medio de gran conmoción, miles de polacos dieron al último adiós a Agata Mroz, una joven estrella del voleibol, que murió el 4 de junio pasado luego de postergar un transplante de médula ósea y permitir el nacimiento de su primera hija.
A los 17 años de edad, a Agata le diagnosticaron leucemia. Lejos de abatirse, superó la enfermedad y en poco tiempo ya era considerada la mejor deportista de Polonia y había sido dos veces campeona de Europa con el equipo nacional de voleibol. En España integró el equipo profesional CAV Murcia con el que ganó el título de la Superliga.
La enfermedad la obligó a tomar un año sabático, durante el cual se sometió incesantemente a transfusiones de sangre. La deportista movilizó a todo el país en una cadena de solidaridad. Miles de personas donaron sangre como gesto de apoyo.
El 9 de junio de 2007 se casó con Jacek Olszewski, su débil salud le impidió emprender un viaje de bodas, pero muy pronto salió embarazada. Pocas semanas después, los médicos encontraron que la enfermedad se había agravado.
Agata tomó entonces una decisión heroica: postergó el transplante de médula aconsejado por los médicos hasta que dio a luz el 4 de abril pasado a su hija Liliana.
La deportista declaró en febrero pasado al diario Dziennik que nunca se arrepintió de haber salido embarazada. "La noticia de que iba a ser madre me hizo sentir afortunada. Me alegro mucho porque sentiría lo que es ser una madre y le daría a mi esposo algo bueno de mí misma", declaró.
Agata se sometió al transplante después del parto pero sufrió una infección mortal.
Sus funerales se celebraron en la misma iglesia y el mismo día en que se casó hace un año. Fue recordada por su heroísmo en el deporte y su decisión para enfrentar la enfermedad.
El Obispo Auxiliar de Kielce, Mons. Marian Florczyk, presidió los funerales y aseguró que Polonia recibió de Agata un testimonio de "amor, maternidad, deseo de dar vida y el amor heroico a un niño no nacido".
Para más información, ir a http://www.youtube.com/watch?v=QOYmn2FUppA
DE PILOTO DE CAZA A MADRE CORAJE: LA HISTORIA DE CAROLINE AIGLE
(Luis Olivera, periodista) (Año 2007)
Su país aún la llora y no deja de conmoverse por su valiente sacrificio: estaba embarazada de cinco meses cuando supo que padecía esta enfermedad en fase ya terminal. Y, sin embargo, decidió postergar su tratamiento para que su hijo pudiera nacer.
Caroline Aigle hubiera cumplido 33 años de edad el pasado 12 de septiembre. Se dice pronto: sólo 33. Tenía toda la vida por delante. Fue la primera mujer piloto de caza de la Fuerza Armada Francesa, y ya estaba en camino de ser una futura astronauta.
Aficionada al submarinismo y al paracaidismo, fue dos veces campeona del mundo militar de triatlón. Pero murió el 21 de agosto víctima de un cáncer fulminante. Su país aún la llora y no deja de conmoverse por su valiente sacrificio: estaba embarazada de cinco meses cuando supo que padecía esta enfermedad en fase ya terminal. Y, sin embargo, decidió postergar su tratamiento para que su hijo pudiera nacer.
No es un caso aislado de 'madre coraje'. La doctora italiana Gianna Baretta ya ha sido canonizada por haber sido tan heroica como nuestra protagonista de hoy, cuando sólo tenía 40 años. De hecho, nada más ser sepultada en Mesero, rápidamente se difundió su fama de santidad por su vida y por el gesto de amor grande, inconmensurable, que la había coronado.
Su segundo hijo nació a inicios de agosto tras sólo cinco meses y medio de gestación. Lo llamó Gabriel, nombre de arcángel. Nació muy pequeño, con poco peso, pero sigue luchando por su vida y tiene muchas posibilidades de salir adelante. Tiene pasión por vivir, como su esforzada madre, de la que seguro que ha heredado su fortaleza.
Ella lo tuvo claro desde el principio. "No podía detener la vida de un ser que había llevado consigo por cinco meses. Me dijo: 'Él tiene el derecho a tener posibilidades como yo'", declaró Christophe a Radio Tele Luxembourg.
A mediados de julio pasado, Caroline recibió la devastadora noticia de su enfermedad. Lejos de derrumbarse, esta mujer de su tiempo se enfrentó a la adversidad y no hizo caso a los médicos, que le aconsejaron abortar para tratar de extender su vida en el tiempo. Pero ella tenía como perspectiva otro tipo de tiempo: el de la eternidad, junto al amor en estado puro. La reacción popular ha sido masiva, como en el caso de Gianna: en el blog especialmente creado por el Servicio de Información y Relaciones públicas del ejército, la afluencia de mensajes no ha dejado de crecer. El diario 'Le Figaro' decía: "En una semana, más de 800 personas, civiles o militares, próximos y anónimos, han expresado su tristeza después de su brusca desaparición (?). Una increíble ola de emoción recorre el mundo de la aeronáutica militar y, más allá, se propaga, deseándole hoy: «Bon vol à Caroline»".
Apenas ha tenido dos meses antes de romper la barrera del sonido rumbo al Cielo de todos los pilotos. Junto a su esposo, el también piloto Christophe Deketelaere, decidió darle una oportunidad al nuevo miembro de su familia. Para su esposo, este embarazo fue "su último combate y lo ganó". Antes de morir, pudo ver a su hijo varias veces y cargarlo en sus brazos. "Fue heroica hasta el final", aseguró.
Caroline Aigle (que significa "águila" en francés) nació en Montauban en 1974. A los 14 años de edad ingresó en la escuela militar de Saint-Cyr. En mayo de 1999 se convirtió en piloto de caza y estuvo a cargo de un Mirage 2000-5 del Escuadrón de Caza "Cote d'Or", estacionado en Dijon. En 2005 se convirtió en comandante de escuadrilla y, desde 2006, desempeñaba funciones de seguridad en vuelo en el centro de mando de la ciudad de Metz.
Su funeral fue presidido por el sacerdote Pierre Demoures, un ex piloto de combate. Otro ejemplo: del ejército de los hombres había pasado a engrosar el Ejército de Dios. En su homilía, el Padre Demoures recordó a Caroline como una persona que condujo a la gente a Cristo con sus "sus cualidades, amabilidad, disponibilidad y pasión". Y, además, por sus "opciones" al considerar "a su hijo como una vida que excedía la simple visión humana de la vida" y por la cual "retrasó un tratamiento que era urgente".
El sacerdote recordó que cuando Carolina y Christophe lo buscaron para preparar su matrimonio, le pidieron un texto que no hablara del amor del uno por el otro, "sino que tratara del amor que nos abre y lleva a amar a los demás". Su jefe de escuadrilla ha escrito: "El ejército del Aire llora a Caroline Aigle, su leyenda".
"La gran lección que nos dio Carolina, es la urgencia de amar. No una urgencia de temer, sino la urgencia vital de saber que sólo el amor trae vida. El hombre está hecho para la vida. Esta urgencia puede hacer que el amor sea más fuerte y dar vida a un tesoro en medio de los eventos más trágicos", aseguró el sacerdote.
Nosotros necesitamos héroes próximos que, con su ejemplo personal, nos recuerden que ese tipo de comportamiento es posible, que está al alcance de nuestras pobres fuerzas. Que nos digan al oído que el amor es más fuerte que cualquier sacrificio. Incluso el de la propia muerte. ¡Buen vuelo, comandante Carolina!
LORRAINE ALLARD - Madre coraje inglesa dio su vida por salvar a su hijo.
Fuente: ACIPrensa (29/1/08)
"Si voy a morir, mi bebé vivirá". Con estas palabras, Lorraine Allard, una madre inglesa de 33 años de edad, respondió a los médicos que le plantearon abortar al hijo que esperaba para someterla a un tratamiento de quimioterapia contra el avanzado cáncer que padecía.
Lorraine y Martyn Allard tenían tres niñas: Leah, Amy y Courtney, de diez, ocho y casi 2 años respectivamente, cuando supieron que el hijo por nacer sería varón.
A los cuatro meses de embarazo, Lorraine comenzó a padecer fuertes dolores de estómago. Las pruebas arrojaron que tenía varios tumores en el hígado, producto de un cáncer que había avanzado en silencio por años. La noticia fue devastadora.
"Los médicos dijeron que no podían hacer nada contra la enfermedad porque estaba embarazada. Ella les dijo inmediatamente que no se desharía del bebé", recuerda Martyn.
El pequeño Liam nació el 18 de noviembre pasado, a las 25 semanas de gestación. Se programó una cesárea en el Hospital de la Universidad Norfolk y Norwich, pero Liam nació una semana antes de la fecha prevista por parto natural. Pesó poco más de 500 gramos y recibió un beso de su madre antes de ser introducido en la incubadora.
A pesar de su estado prematuro extremo, los médicos confían en que saldrá adelante. Lorraine comenzó un agresivo tratamiento contra el cáncer tras el parto, pudo sostener a su hijo en brazos en varias ocasiones pero falleció el 18 de enero pasado.
"Lorraine siempre mantuvo una actitud positiva, tuvo fuerza para sostenernos a ambos. Siempre supimos que las cosas no estaban bien, pero permitir que Liam naciera fue su máxima alegría", agrega. Martyn asegura que Lorraine "estaba decidida a darle la mejor oportunidad para sobrevivir y la alegró mucho el hecho de no ser sometida a una cesárea porque no necesitó recuperarse de la operación, pudo someterse a la quimioterapia sin ser hospitalizada y visitó a Liam varias veces".
Liam ha respondido bien a los cuidados y se espera que pueda llegar a casa a principios de marzo. "Los médicos nos dijeron que el cáncer no tenía cura, aunque trataron de disminuir los tumores. El día que murió, Lorraine llevaba dos semanas sin comer y no podía beber. Su muerte fue muy pacífica, me tomó la mano y nos abrazamos, su corazón se apagó", recuerda Martyn y asegura que ha decidido que cuando Liam crezca no le dirá que su madre murió por él, sino que se aseguró de darle la oportunidad de vivir.
JENNIFER O’NEILL HABLA DE SU ABORTO
Durante muchos años he negado –como hacen muchas personas– el daño que provoca la rápida solución del aborto. La negación de la realidad me recuerda a la historia de la vaca atropellada por un camión, queda boca arriba en el arcén y después de una semana de agonía, uno le pregunta "¿Cómo se encuentra?" y la vaca responde: "Bien, no es nada".
Esto es lo que sucede con el aborto, nos dicen que no es nada... y es todo. Tengo unos minutos para contarles mi historia.
Con 19 años yo ya era madre. Estaba locamente enamorada de un hombre, estaba prometida y quedé embarazada. Yo estaba encantada. La historia de cada aborto es tan personal como nuestro propio ADN. Me emocioné y fui a decirle a mi novio la emocionante noticia de que esperábamos un niño. Pero él dijo: "No, no vas a tener un bebé. Vas a abortar".
Estaba aturdida y no sabía a dónde ir o qué decir. ¿Por qué no quiere nuestro bebé? Acudí a mis padres para pedir consejo. Yo estaba muy unida a ellos y me dijeron algo que entonces se decía con frecuencia. Eran los años 70 y el aborto ya era legal. Yo entonces no tenía fe en Jesucristo, ni sabía la palabra de Dios sobre el tema. Ellos me dijeron: "No puedes tener un bebé si el padre no lo quiere. Además, con tan pocas semanas aún no es un bebé”. Recurrí a mis amigos. Volví al médico y me dijo: haré lo que tú elijas, pero eso que tienes ahora es sólo un grupo de células, una masa de tejidos, una vida en la fosa del infierno. Decir esto hoy sería inadmisible porque con la ecografía podemos ver la humanidad de nuestros bebés.
Estaba confusa y abandonada. Supliqué al hombre con quien quería pasar el resto de mi vida, que aceptara tener a nuestro bebé. Durante dos semanas, recibí cada vez más amenazas. El 85% de las mujeres que abortan sufren algún tipo de amenaza, coacción o presión. Yo era débil, y después de dos semanas de presión y amenazas me rendí. Fui al médico. Mi novio me llevó para asegurarse de que abortaba. Lloré durante toda la experiencia, como toda mujer que aborta.
Después de abortar, me odié profundamente y pensé que me odiaría toda mi vida. Esto me ocurrió antes de tener fe en Jesucristo. Sin embargo sabía que la mujer no está hecha para matar a sus hijos. Porque eso es lo que sucede: la ola de aborto deja atrás hijos muertos. Los creyentes sabemos que Jesucristo tiene todos nuestros bebés en sus brazos. La consecuencia del aborto es que detrás hay personas derrotadas y olvidadas. La reconciliación, la curación y la plenitud en Jesucristo son eficaces incluso después del aborto.