Muerte
“Nos has hecho para ti, Señor, y mi alma está inquieta hasta que descanse en ti.” (San Agustín)
LA MUERTE NO ES NADA
(Henry Scott-Holland)
El amor no desaparece nunca.
La muerte no es nada, simplemente me he ido a la pieza de al lado.
Yo soy yo, tú eres tú.
Lo que éramos el uno para el otro, lo somos siempre.
Dame el nombre que siempre me has dado.
Háblame como lo has hecho siempre, no emplees un tono diferente.
No adoptes un aire solemne o triste.
Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos.
Ora, sonríe, piensa en mí, reza por mí.
Que mi nombre sea pronunciado en casa como lo fue siempre, sin énfasis de ninguna clase, sin nada sombrío.
La vida significa todo lo que ella ha significado siempre, y es lo que siempre ha sido.
El hilo no se ha cortado.
¿Por qué habría yo de estar fuera de tu pensamiento simplemente porque estoy fuera de tu vista?
Te espero, no estoy lejos, justo del otro lado del camino.
Como ves, todo está bien.
LOS TRES ÚLTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO, EL GRANDE
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.
2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas... ), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...
3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos.
NO LLORES SI ME AMAS
(San Agustín)
No llores si me amas...
Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo...
Si pudieras oír el cántico de los ángeles
y verme en medio de ellos...
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos
los horizontes, los campos
y los nuevos senderos que atravieso.
Si por un instante
pudieras contemplar como yo
la belleza ante la cual las bellezas palidecen...
¡Cómo!... ¿Tú me has visto, me has amado
en el país de las sombras
y no te resignas a verme y amarme
en el país de las inmutables realidades?
Créeme. Cuando la muerte venga
a romper tus ligaduras
como ha roto las que a mí me encadenaban,
cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce,
y tu alma venga a este cielo
en el que te ha precedido la mía...
Ese día volverás a verme.
Sentirás que te sigo amando, que te amé,
y encontrarás mi corazón
con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración,
en éxtasis feliz,
ya no esperando la muerte,
sino avanzando contigo,
que te llevaré de la mano
por los senderos nuevos
de luz y de vida.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.