Confianza en Dios
“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta; sólo Dios basta.” (Sta. Teresa de Jesús)
CICATRICES DEL ALMA
En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a nadar en la laguna de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndola, el niño se alarmó y nadó mirando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos, justo cuando el caimán le mordía sus piernitas. La mujer tiraba resuelta, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, con el tiempo pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se arremangó, mostró sus brazos y dijo:
"Pero las cicatrices que usted debe ver son éstas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".
Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero otras son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en el mal.
Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
TE LLAMA POR TU NOMBRE
(John Henry Newman)
Seas quien seas, Dios se fija en ti a título individual.
Te llama por tu nombre.
Te ve y te comprende tal como te hizo.
Sabe lo que hay en ti, conoce todos los pensamientos y sentimientos que te son propios, todas tus disposiciones y gustos, tu fuerza y tu debilidad.
Te ve en tus días de alegría y también en los de tristeza.
Se solidariza con tus esperanzas y tus tentaciones.
Se interesa por todas tus ansiedades y recuerdos, por todos los altibajos de tu espíritu.
Ha contado hasta los cabellos de tu cabeza y ha medido tu estatura.
Te rodea con sus cuidados y te lleva en sus brazos; te alza y te deposita en el suelo.
Ve tu auténtico semblante, ya esté sonriente o cubierto de lágrimas, sano o enfermo.
Vigila con ternura tus manos y tus pies; oye tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu respiración.
Tú no te amas a ti mismo más de lo que Él te ama.
EL BORDADO DE DIOS
Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando.
Yo observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.
Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: "Hijo, andá afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te voy a poner sobre mis faldas para que puedas verlo desde mi posición".
Me preguntaba porqué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y porqué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: "Hijo, vení y sentate sobre mis faldas."
Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: "Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora miralo desde mi posición y te vas a dar cuenta de lo que estaba haciendo."
Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho: “Padre, ¿qué estás haciendo?” Él de algún modo respondía: "Estoy bordando tu vida". Entonces yo le replico: "Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿por qué no son más brillantes?".
El Padre parecía decirme: "Mi niño, ocupate de tu trabajo... y yo sigo haciendo el mío. Un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición. Entonces entenderás..."
EL PADRENUESTRO DE DIOS
(José Luis Martín Descalzo)
Hijo mío
que estás en la tierra,
preocupado, solitario, desorientado.
Yo conozco perfectamente tu nombre,
y lo pronuncio santificándolo porque te amo.
No. No estás solo, sino habitado por mí
y juntos construiremos este Reino,
del que tu vas a ser heredero.
Me gusta que hagas mi voluntad,
porque mi voluntad es que tú seas feliz.
Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy.
No te preocupes. Sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.
Sabes que te perdono todas tus ofensas,
antes incluso de que las cometas,
porque te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.
Para que nunca caigas en la tentación,
tómate fuerte de mi mano y yo te libraré del mal.
Te quiere desde siempre.
Tu Padre
EL PIANISTA Y EL NIÑO
En una ocasión, una madre llevó a su hijo pequeño, que estaba aprendiendo los primeros rudimentos del piano, a escuchar un concierto del célebre pianista Ignacy Jan Paderewski. Una vez que estuvieron sentados, la madre vio a una amiga suya entre el público y fue a saludarla. El niño aprovechó para explorar el auditorio. Al final llegó a una puerta con un letrero que decía: "Prohibido pasar". Cuando se apagaron las luces para dar inicio al concierto, la madre volvió a su asiento y descubrió que su hijo había desaparecido.
Subió el telón y los reflectores descargaron su luz sobre el piano que estaba en el escenario. Horrorizada, la madre vio a su hijo sentado ante el teclado, tocando inocentemente de oído la sencilla melodía de la canción infantil “Ah, vous dirai-je, maman”. En ese momento Paderewski hizo su entrada al escenario. Se acercó al piano y le dijo al pequeño al oído: "No pares. Sigue tocando."
Seguidamente, Paderewski se inclinó y empezó a tocar un acompañamiento con la mano izquierda. Poco después, alargó la mano derecha por el otro lado del niño y siguió tocando acompañando con ambas manos. Juntos, el experimentado maestro y el pequeño principiante transformaron una incómoda situación en una experiencia bellamente creativa. El público quedó fascinado.
Así hace con nosotros nuestro Padre Celestial. Por nosotros mismos no podemos lograr gran cosa. Aunque nos esforcemos al máximo, los resultados no siempre dan en la tecla. En cambio, con la intervención del Maestro, la obra de nuestra vida puede resultar verdaderamente bella.
La próxima vez que te dispongas a realizar algo grande, escucha bien.
Podrás oír la voz del Maestro diciéndote al oído: "No pares. Sigue tocando."
EN MANOS DE QUIÉN
Una pelota de básquet en mis manos vale unos $59.
Una pelota de básquet en las manos de Emmanuel Ginóbili vale alrededor de
$33,000.000.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Una raqueta de tenis en mis manos, de poco sirve.
Una raqueta de tenis en manos de Roger Federer, significa el torneo en Wimbledon.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Una honda en mis manos es un juego de niños.
Una honda en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Dos panes y cinco peces en mis manos son un par de sandwiches de pescado.
Dos panes y cinco peces en manos de Jesús son el alimento para miles.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Unos clavos en mis manos pueden servir para construir una pajarera.
Unos clavos en las manos de Jesucristo producen la Salvación de toda la
humanidad.
Todo depende de en manos de quién está el asunto.
Como has visto, todo depende de en manos de quién está el asunto.
Poné tus proyectos, tus preocupaciones, tus miedos, tus deseos, tus sueños,
tu familia y tus relaciones en manos de Dios. La decisión es tuya. En tus manos, con tus propias fuerzas, o en las manos de Dios con las fuerzas de ambos.
No olvides. Todo depende de en manos de quién está el asunto. Y tus
asuntos, ¿en manos de quién están?
HABLEMOS DE DIOS DE OTRA MANERA
En vez de decir: "Dios te va a castigar",
digamos: "A pesar de todo, Dios te ama".
En vez de decir: "Dios nos va a condenar",
digamos: "Dios quiere salvarnos".
En vez de decir: " Dios no te quiere porque le has fallado",
digamos: "A pesar de tus fallos, Dios sigue enamorado de ti".
En vez de decir: "Dios está triste porque le has sido infiel",
digamos: "A pesar de tus infidelidades, Dios sigue siendo fiel contigo".
En vez de decir: "Dios es un juez intransigente",
digamos: "Dios es un padre amoroso".
En vez de decir: "Me da vergüenza confesar mis faltas porque no sé que pensará
Dios de mí",
digamos: "Dios me está esperando con los brazos abiertos y un banquete de fiesta".
En vez de decir: "Ahora, cuando vuelvas a casa, la te espera; Dios está enojado contigo",
digamos: "Antes de que vuelvas a casa, Dios ya ha salido a buscarte y al encontrarte te carga con mucho cariño en sus hombros".
En de vez de presentar a Dios “como una amenaza”,
mejor presentémoslo “como nuestra gran oportunidad”.
En vez de decir: "Dios te mira con cara seria",
porqué no decimos: "Dios todavía te sonríe".
¿No es, acaso éste el Dios del que nos habla Jesús en el Evangelio? Es hora de empezar a cambiar la manera de hablar de Dios, porque Dios es Amor.
ORACIÓN DEL ABANDONO EN DIOS
(Charles de Foucauld)
Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que fuere,
por ello te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo
con tal de que se cumpla
tu voluntad en mí
y en todas las criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.
PODER VER LO MARAVILLOSO EN LO COTIDIANO
(Fr. Fernando Rodríguez)
Los magos de oriente que viajaron en búsqueda del Niño Dios respondieron al llamado que les hizo una estrella. No eran magos en el sentido que ahora entendemos, sino que eran hombres sabios que estaban en contacto con la ciencia de la época. Y un aspecto importante era el estudio de los cielos.
Ellos detectaron un acontecimiento extraordinario, y no se conformaron con saberlo; quisieron ser testigos, partícipes. Decidieron ponerse en marcha.
¿Cuánto tiempo viajaron? ¿Qué peligros tuvieron que afrontar? ¿Qué aventuras les salieron al paso? Si Herodes mandó matar a los niños menores de dos años, conforme con la fecha que le dieron los magos, tal vez fue ese el tiempo que duró su viaje.
Al llegar a Judea, se dirigieron a la capital, Jerusalén; una vez llegados ahí, fueron al palacio real. El acontecimiento que los había convencido de abandonar su tierra y de arriesgar su vida tenía que ser algo muy importante.
Con gran sorpresa se encontraron con un ambiente de indiferencia e incredulidad. El rey Herodes, con la intención de quitárselos de encima, recurre a los sabios judíos, los cuales no requerían escudriñar los cielos, pues
tenían la luz de la Palabra de Dios. Fácilmente encuentran el lugar donde debería nacer el Mesías: "en Belén de Judá"
Estos hombres, con el ambiguo signo de una estrella, fueron capaces de dejarlo todo. Los judíos, con la certeza que les daba la misma palabra de Dios, no fueron capaces de hacer el pequeño viaje hacia Belén.
Sin duda sufrieron una decepción al no encontrar en el palacio del rey lo que buscaban, pero cuando arribaron al pueblecito de Belén... y ahí los enviaron a una cueva... y en ella sólo encontraron a un par de personas sencillas y un pequeño niño... eso sí que era como para renegar. Y sin embargo, ofreciendo sus dones, se postraron y adoraron.
La fe es la capacidad de ver en pequeños signos cotidianos la manifestación de la grandeza de lo divino. Cuántas maravillas se ocultan bajo signos sencillos y cotidianos...
Yo me he encontrado con que lo que más nos hace sufrir no es tanto lo que nos sucede, sino los deseos insatisfechos. Nuestra capacidad de desear es infinita... ilimitada... ¿Quién me puede impedir que yo desee estar ahora mismo en la luna? Lástima que nuestra capacidad de realizar sí sea muy limitada. Tal es así que nos podemos descuidar y convertirnos en personas amargadas, ya que siempre va a ser más lo que deseamos que lo que alcancemos a tener.
Ojalá que estos magos de oriente nos contagien esa fe dinámica, que no se conforma con simplemente saber, sino que quiere participar; que no seamos como los sabios judíos, que saben dar a razón a otros, pero que ellos no se mueven. Y sobre todo, que como estos magos, podamos tener una mirada profunda, que sepa descubrir las maravillas que oculta lo cotidiano de nuestra vida.
TRES ÁRBOLES
Érase una vez en la cumbre de una montaña tres pequeños árboles juntos, soñando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes.
El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo:
-Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo.
El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando sus caminos al océano y dijo:
-Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí. Yo seré el barco más importante del mundo.
El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba debajo de la montaña y vio a hombres y mujeres trabajando en un pueblo, y dijo:
-Yo no quiero irme de la cima de esta montaña. Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantarán sus ojos al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo.
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron altos.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. Uno de los leñadores miró al primer árbol y dijo: "Qué árbol tan hermoso es este", y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó.
"Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos", dijo el primer árbol.
Otro leñador miró al segundo árbol y dijo: "Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí". Y con la arremetida de su hacha brillante, el segundo árbol cayó.
"Ahora deberé navegar aguas temibles" pensó el segundo árbol, "deberé ser un barco importante para reyes poderosos".
El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miró. El árbol se paró derecho apuntando ferozmente al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba, y dijo: "Cualquier árbol es bueno para mí", y con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayó.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería, pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimentos para animales de granja. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo y llenado con alimento para animales de granja hambrientos.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso, aquel árbol fue cortado y convertido en un simple bote de pesca, que era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago.
Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimentos. "Yo quisiera haberle dado una cuna al bebé", le dijo su esposo a la mujer. La madre le apretó la mano a su esposo y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo: "Este pesebre es hermoso", y de repente el primer árbol supo que contenía al tesoro más grande del mundo.
Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente adentrándose en el lago. De repente, una impresionante tormenta llegó al lago. El pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía la fuerza para llevar a todos esos pasajeros a salvo hasta a la orilla con esos vientos y lluvia. El hombre cansado se levantó y alzando su mano dijo "Calma". La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y de repente el segundo árbol supo que él llevaba navegando al Rey del cielo y de la tierra.
Un viernes por la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de un tumulto de personas enojadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Fue una situación cruel. Pero el domingo por la mañana, cuando salió el sol, la tierra tembló con júbilo debajo de su madera. El tercer árbol de Dios había cambiado todo. Esto hizo que el árbol sea fuerte, y cada vez que la gente recordara el tercer árbol, estaría pensando en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.
Cada árbol obtuvo lo que pidió, sólo que no en la forma en que pensaba. Hay momentos en los que las cosas no van de acuerdo a nuestros planes. Pareciera que Dios no atiende nuestros deseos. Pero podemos confiar que cuando Dios no nos da lo que requerimos, es porque tiene previsto para nosotros algo mejor aún.