Amor
“El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo en un amigo.” (Martin L. King)
AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS
(San Agustín)
Ama, y haz lo que quieras.
Si callas, callarás con amor.
Si gritas, gritarás con amor.
Si corriges, corregirás con amor.
Si perdonas, perdonarás con amor.
Si está dentro de ti la raíz del amor,
ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz.
ACERCA DEL AMOR NO CORRESPONDIDO
(Beata Teresa de Calcuta)
Duele amar a alguien y no ser correspondido, pero lo más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes. Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta para que al fin, cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo.
Una de las cosas más tristes de la vida, es cuando conoces a alguien que significa todo y solo para darte cuenta que al final no es para ti y lo tienes que dejar ir. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo aquella puerta que se cerró que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros.
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.
Darle a alguien todo tu amor nunca es seguridad de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el
tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón.
Nunca digas adiós, si todavía quieres tratar. Nunca te des por vencido si sientes que puedes seguir luchando. Nunca le digas a una persona que ya no la amas, si no puedes dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado; a aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado; a aquel que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado y aquel que tiene coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.
El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos y no tratarlos de voltear con nuestra imagen, porque entonces solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos.
No vayas por el exterior, este te puede engañar. No vayas por las riquezas porque aún eso se pierde. Ve por alguien que te haga sonreír, porque toma tan solo una sonrisa para hacer que un día oscuro brille.
Espero que encuentres a aquella persona que te haga sonreír. Hay momentos en los que extrañas a una persona tanto que quieres sacarlos de tus sueños y abrazarlos con todas tus fuerzas. Espero que sueñes con ese alguien
especial. Sueña lo que quieras soñar. Ve a donde quieras ir.
Sé lo que quieras ser, porque tienes tan solo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer. Espero que tengas:
Suficiente felicidad para hacerte dulce
Suficientes pruebas para hacerte fuerte
Suficiente dolor para mantenerte humano
Suficiente esperanza para ser feliz
Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo. Solo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan,
aquellos que tratan. Porque solo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas. No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir tus fracasos pasados y los dolores de tu corazón.
LA VIDA CON O SIN AMOR
La justicia con Amor te hace justo, sin Amor te hace duro.
La amabilidad con Amor te hace agradecido, sin Amor te hace hipócrita.
La inteligencia con Amor te hace servicial, sin Amor te hace cruel.
La agudeza con Amor te hace agradable, sin Amor te hace agresivo.
La autoridad con Amor te hace amable, sin Amor te hace déspota.
La amistad con Amor te hace generoso, sin Amor te hace interesado.
La alegría con Amor te hace altruista, sin Amor te hace egoísta.
La libertad con Amor te hace libre, sin Amor te hace despiadado.
Tus éxitos con Amor te hacen crecer, sin Amor te hacen orgulloso.
Tus enseñanzas con Amor te hacen admirable, sin Amor te hacen arrogante.
La vida con amor lo es todo.
LAS APARIENCIAS
John Blanchard entró a una biblioteca en Florida, tomó un libro de un estante y se sintió intrigado, no por el contenido del libro, sino por las notas escritas con lápiz en el margen. La suave letra reflejaba un alma pensativa y una mente lúcida. En la primera página del libro descubrió el nombre de la antigua propietaria del libro, Miss Hollis Maynell. Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección. Ella vivía en la ciudad de Nueva York. Le escribió una carta presentándose e invitándola a cartearse.
Al día siguiente, sin embargo, fue embarcado a ultramar para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante el año y el mes que siguieron, ambos llegaron a conocerse a través de su correspondencia. Cada carta era una semilla que caía en un corazón fértil; un romance comenzaba a nacer. Blanchard le pidió una fotografía, pero ella se rehusó. Ella pensaba que si él realmente estaba interesado en ella, su apariencia no debía importar.
Cuando finalmente llegó el día en que él debía regresar de Europa, ambos fijaron su primera cita a las siete de la noche, en la estación de trenes de Nueva York. Ella escribió: "Me reconocerás por la rosa roja que llevaré puesta en la solapa”. Él escribió: “Llevaré el libro en mis manos”. Así que a las siete en punto, él estaba en la estación, buscando a la chica cuyo corazón amaba, pero cuya cara desconocía.
De pronto, una joven se dirigió a John, su figura era larga y delgada, su cabello rubio caía hacia atrás en rizos, sus ojos eran llamativamente azules, sus labios y su barbilla tenían una firmeza amable y, enfundada en su traje verde claro, era como la primavera encarnada.
Comenzó a caminar hacia ella, olvidando por completo que debía buscar una rosa roja en su solapa. Al acercarse, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios. “¿Vas en esa dirección, marinero?”, le dijo. Casi incontrolablemente, John dio un paso para seguirla y en ese momento vio a Hollis Maynell. Estaba parada casi detrás de la chica. Era una mujer de más de cuarenta años, con cabello entrecano que asomaba bajo un sombrero gastado. Era bastante llenita y sus pies, anchos como sus tobillos, lucían unos zapatos de tacón bajo.
La chica del traje verde se alejaba rápidamente. Se sintió como partido en dos, tan vivo era su deseo de seguirla y, sin embargo, tan profundo era su anhelo por conocer a la mujer cuyo espíritu le había acompañando tan sinceramente y que se confundía con el de él.
Y ahí estaba ella. Su faz pálida y regordeta era dulce e inteligente y sus ojos grises tenían un destello cálido y amable. No dudó más. Sus dedos afianzaron la gastada cubierta de piel azul del pequeño volumen que haría que ella lo identificara. "Esto no sería amor, pero sería algo precioso, algo quizá aún mejor que el amor: una amistad por la cual yo estaba y debía estar siempre agradecido”, pensó John. Se cuadró, saludó y le extendió el libro a la mujer, a pesar de que sentía que, al hablar, le ahogaba la amargura de su desencanto.
“Soy John Blanchard, y usted debe ser Hollis. Estoy muy contento de que pudiera usted acudir a nuestra cita. ¿Puedo invitarla a cenar?” La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante. “No sé de qué se trata todo esto, muchacho”, respondió, “pero la señorita del traje verde que acaba de pasar me suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me pidió que, si usted me invitaba a cenar, por favor le dijera que ella lo está esperando en el restaurante que está cruzando la calle. Dijo que era algo así como una prueba'".
No es difícil entender y admirar la sabiduría de Miss Maynell. La verdadera naturaleza del corazón se descubre en su respuesta a lo que no es atractivo. No nos dejemos guiar únicamente por las apariencias. "Dime a quién amas y te diré quién eres."
LOS DESAFÍOS DEL AMOR
(J. Powell, S.J.)
La verdad acerca del amor, pienso yo, consiste en que es un profundo descanso y al mismo tiempo, un desafío monumental.
El amor me desafía inmediatamente a romper la fijación que tengo conmigo mismo.
Me arrastrará por todo un largo camino, desde mi "id” infantil, hasta una completa donación de mi mismo a una causa o a una persona, hecha libremente por amor. El amor me exige concentrar mi atención en las necesidades de las personas a quienes amo.
Me pedirá que me convierta en una persona que sabe escuchar. A veces, el amor insistirá en que yo posponga mis propias satisfacciones para acoger las necesidades de aquellos a quienes amo. La comunicación, que es el torrente sanguíneo del amor, me pedirá que entre en contacto con mis más sepultados pensamientos, y que los comparta con el tremendo acto de desvestirme a mi mismo. El amor me hará vulnerable. Me dejará indefenso ante las sinceras reacciones de las personas a quienes he permitido que penetren mis defensas. Y si yo he construido muros protectores alrededor de mis puntos vulnerables, el amor los derribará.
El amor me enseñará a dar y a recibir sin medida. El amor supera la justicia de las balanzas. El amor, compartiendo, divide en dos las cargas de la vida, pero duplica también las responsabilidades. No es tan barata la comida para dos como para uno, a menos que uno de los dos no coma. Pero, si tú prefieres ser una isla, un recluso, un narcisista, que vive en un mundo cuya población total es 1, el amor te arrancará de las manos, todo aquello que tú consideras amable y que retienes apretadamente contra tu pecho.
Y sin embargo, me parece obvio, y espero que a ti también te parezca ,que todos estos desafíos de una relación de verdadero amor, que asaltan la concentración en nosotros mismos, son en realidad el puente que nos conduce hacia la madurez humana y la plenitud humana definitiva.
UN PÁJARO COLOR MARRÓN
(Ruth Peterson)
Ella tenía seis años cuando la vi. por primera vez en aquella playa cercana a donde vivía. Suelo caminar hasta esa playa, cada vez que siento que el mundo se me cae encima.....
Ella estaba construyendo un castillo de arena o algo así cuando miró hacia arriba, con sus ojos azules, tan azules como el mar.
- Hola - me dijo.
Le respondí con un gesto, sin muchas ganas de preocuparme por una niña pequeña.
- Estoy construyendo - dijo ella.
- Ya veo. Pero... ¿y qué es? - le dije sin darle mucha importancia.
- No lo sé, pero me gusta sentir la arena.
- Eso suena fantástico -, pensé, y me quité los zapatos. De pronto, una aguzanieves pasó volando.
- ¡La felicidad! -, dijo la niña.
- Que es... ¿qué?
- ¡Es la felicidad! Mi mami dice que los pájaros marrones (aguzanieves) vienen para traernos la felicidad.
El ave se fue deslizando suavemente por la playa. "Hasta luego, felicidad", murmuré interiormente, "hola dolor", me dije, me volteé y seguí caminando. Estaba deprimida, mi vida estaba completamente fuera de control... pero ella no se rendía...
- ¿Cómo se llama? -, me preguntó.
- Ruth. Me llamo Ruth Peterson.
- Yo soy Wendy... y tengo seis años.
- Hola Wendy -, le dije.
Y con su risa de niña me dijo: "¡Qué graciosa es!". En lugar de seguir triste, también me sonreí y seguí caminando. Su risita musical me acompañó.
- Venga otra vez, Sra. Ruth, y tendremos otro día feliz.
Los siguientes días son otra historia: un grupo de revoltosos niños exploradores, reuniones de la Asociación de Padres de Familia, mi madre enferma...
El sol brillaba una mañana en que decidí sacar mis manos del agua sucia de los platos... "Necesito un pájaro marrón", me dije a mi misma, y tomé un saco. El bálsamo siempre cambiante de las olas del mar me esperaba... Caminé muy despacio, a pesar de la brisa fría, tratando de recapturar la serenidad que tanto necesitaba. Me había olvidado de la niña, y me sobresalté cuando ella apareció.
-Hola, Sra. Ruth -, me dijo. - ¿Quiere jugar?
- ¿Qué tienes en mente? -, le pregunté con un tono de enojo.
- No lo sé, usted diga qué.
- ¿Qué tal unos chistes"?, le pregunté sarcásticamente.
Su cantarina risa regresó otra vez, diciéndome: "¡No sé jugar a eso!"
- Entonces, solo caminemos -, le dije. Mirándola me di cuenta de la delicada palidez de su rostro. - ¿Dónde vives? -, le pregunté.
- Por allá -, dijo, y señaló hacia una fila de cabañas de verano, algo extraño para ser invierno.
- ¿A qué escuela vas?
- No voy a la escuela. Mi mami dice que estamos de vacaciones -, y siguió con su conversación de niña mientras nos paseábamos por la playa, pero mi cabeza estaba en otro sitio.
Cuando me iba a casa, Wendy dijo que había sido un lindo día. Sintiéndome sorprendentemente mejor, le sonreí coincidiendo con ella. Tres semanas después, corrí a mi playa casi presa de un estado de pánico. Ni siquiera estaba de humor para saludar a Wendy. Creí ver a su madre en el portal de su cabaña y por poco le pido que mantuviera a su hija ahí.
- Mira, si no te importa, hoy preferiría estar sola -, le dije rápidamente cuando Wendy se cruzó conmigo.
Se le veía extrañamente pálida y con mucha dificultad para respirar.
- ¿Por qué? -, preguntó.
Me volteé y le grité: - ¡Porque mi madre ha muerto! -, y pensé: "Dios mío, ¿qué hago diciéndole esto a una niña?"
- Oh -, dijo ella bajito, - entonces hoy no es un buen día.
- Así es. Ni ayer ni antes de ayer ni... ¡Oh, vete de aquí!
- ¿Dolió?
- ¿Que si dolió cuando ella murió? -, dije exasperada con ella y conmigo, -¡Por supuesto que dolió! -, le contesté toscamente, sin entender bien, y me encerré en mi misma... Me fui rápidamente.
Un mes después o algo así, cuando fui otra vez a la playa, ella no estaba ahí. Me sentí culpable, avergonzada y me dije a mi misma que la extrañaba, así que después de mi caminata, fui a su cabaña y toqué a la puerta. Me abrió la puerta una joven mujer, de cabellos color miel y rostro desencajado.
- Hola -, le dije. - Me llamo Ruth Peterson. Hoy no vi a su niña y me preguntaba dónde estaría.
- Ah, sí, Sra. Peterson, pase, por favor. Wendy hablaba mucho de usted, siento mucho haberla dejado que la molestara tanto. Acepte mis disculpas, si es que ella la molestó mucho.
- No, no, por favor, ella es una niña encantadora -, le dije, dándome cuenta de que en realidad era eso lo que quería decir.
- ¿Dónde está?
- Wendy... murió la semana pasada, Señora Peterson. Tenía leucemia. Tal vez no se lo dijo.
Muda del asombro, busque a tientas una silla, a la vez que trataba de recuperar la respiración.
- Ella amaba esta playa, así que cuando pidió que viniéramos no pudimos decirle que no. Parecía estar mucho mejor aquí y tenía muchos de lo que ella llamaba... sus días felices. Pero las ultimas semanas... se fue rápidamente... -, dijo su madre, quebrándosele la voz.
- Dejó algo para usted... si tan solo pudiera encontrarlo. ¿Podría esperar un momento mientras lo busco?
Hice un gesto descuidado de aceptación, mientras mi mente buscaba algo, cualquier cosa, algo que pudiera decirle a esta amable jovencita. Me extendió un sobre garabateado con las letras "Sra. Ruth" en negrita y con caligrafía infantil. Dentro de él, había un dibujo hecho con crayones: una playa amarilla, un mar azul, y un pájaro marrón. Debajo de todo eso, se leía cuidadosamente escrito:
"UN PÁJARO MARRON PARA DARLE FELICIDAD"
La cara se me llenó de lágrimas, y un corazón que prácticamente había olvidado amar, comenzó a abrirse. Tomé a la mamá de Wendy en mis brazos...
- Cuánto lo siento, cuánto lo siento... cuánto lo siento. -, dije una y otra vez, y lloramos a mares las dos juntas.
El precioso dibujito ahora está enmarcado y cuelga en mi estudio. Seis palabras... una por cada año de su vida... seis palabras que me hablan de armonía, coraje y amor incondicional. Un regalo de una niña de ojos color mar azul y cabellos color arena, una niña que me enseñó y me dio un regalo de amor.