Adversidad
“La contrariedad es una piedra en el camino. Depende de ti que sea una escalera para subir más arriba o un obstáculo que te hace caer.” (F. Molinari)

EL ACUSADO INJUSTAMENTE
Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media, un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un "chivo expiatorio" para encubrir al culpable.
   El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El Juez, también complotado, cuidó, no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras ‘culpable’ e ‘inocente’. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino”.
   Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE", y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa.
   No había escapatoria. El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados elevando una oración, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.
   Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente... "Pero, ¿qué hizo? ¿Y ahora...? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?
"Es muy sencillo”, respondió el hombre. “Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué..."
Con rezongos y bronca mal disimulada, debieron liberar al acusado, quien logró así salvar su vida.
   Dice el libro del Eclesiástico: "Miren lo sucedido en otras generaciones, nadie que confiara en el Señor se vio decepcionado; nadie que lo honrara fielmente se vio abandonado; a todos los que le invocaron, Él los escuchó. Porque el Señor es tierno y compasivo, perdona los pecados y salva en el tiempo de la aflicción" (Eclo. 2, 10-11)

Confiemos en el Señor. Él no nos abandona, y menos aún en la hora de la adversidad.

LA HISTORIA DEL BURRO

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal rebuznó fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar alguna solución para sacarlo.
   Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.
Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y entre todos empezaron a tirarle tierra al pozo.
   El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y gimió llorando.
Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra.
   El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio. Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo inesperado: se sacudía la tierra y daba un paso encima de ella.
Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando...

Muchas veces nos ocurre lo mismo en la vida. Aquellas cosas que parece que van a "enterrarnos" en realidad son las que nos salvan.
Cada uno de nuestros problemas puede llegar a ser un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos.
   El burro no se quedó quieto esperando que la tierra lo tapase; se la sacudió y la usó para salir.
Los problemas pueden ser tu plataforma para "salir del pozo", pero el esfuerzo sigue siendo tuyo.
Nunca te abandones. Nunca te rindas. Nada puede derrotarte mientras no te des por vencido.

EL CONSEJERO DEL REY
Cuentan que un rey tenía un consejero que ante circunstancias adversas siempre decía "¡Qué bueno!"
Un día de cacería, el rey se cortó un dedo del pie y el consejero exclamó: "¡Que bueno!". El rey, cansado de esta actitud, lo despidió y el consejero le respondió: "¡Qué bueno!
   Tiempo después, el rey fue capturado por otra tribu enemiga para sacrificarlo ante su dios. Cuando lo preparaban para el ritual, vieron que le faltaba un dedo del pie y decidieron que no era digno de ser ejecutado para su divinidad, al estar incompleto. El rey pensó "qué bueno que yo haya perdido el
dedo del pie. De lo contrario, ya estaría muerto".
   Mandó llamar al consejero y le preguntó porqué había dicho "qué bueno" cuando fue despedido. El consejero respondió: "Si no me hubiese despedido, yo habría estado con usted cuando fue capturado. Y como a usted lo hubieran rechazado, a mí me habrían sacrificado."

   La vida es como un laberinto con muchos caminos por tomar. Nada ganamos angustiándonos y torturándonos con los problemas. Para ciertas dificultades de la vida existe una razón que muchas veces escapa a nuestra perspectiva y no entendemos en su momento. A veces, lo que hoy parece negativo, puede terminar siendo positivo. Porque ese contratiempo nos impulsó a buscar otro camino, porque nos hizo sacar fuerzas que ni sabíamos que teníamos, o porque nos sirvió para adquirir más sabiduría.

EL LENTE DE CONTACTO 
Brenda era una joven que fue invitada a escalar rocas.  Aunque esto le causaba miedo, fue con su grupo a un tremendo risco de granito.  A pesar de su miedo, se colocó el equipo, tomó un extremo de la cuerda y comenzó a enfrentar la roca.
En determinado momento, llegó a un borde, donde pudo tomar un respiro.  Mientras estaba ahí, la cuerda de seguridad golpeó contra un ojo de Brenda y le sacó su lente de contacto.  Ahí estaba ella en el borde de la roca, con cientos de metros bajo ella y cientos de metros sobre ella. 
Por supuesto que buscó y buscó, esperando que hubiera caído en el borde, pero simplemente no estaba el lente.  Ahí estaba ella, lejos de casa, con su vista borrosa.  Estaba desesperada y comenzó a enfadarse, por lo que oró al Señor para que la ayudase a encontrar su lente.
Cuando llegó a la cima, un amigo examinó su ojo y su ropa buscando el lente, pero no lo pudieron encontrar.  Ella se sentó, desalentada, con el resto de la gente, esperando a que los demás llegaran a la cima.
Brenda miró a través de las montañas, pensando en el texto de la Biblia acerca de que los ojos del Señor observan toda la tierra y pensó: "Señor, Tú puedes ver estas montañas.  Tú conoces cada piedra y cada hoja, y Tú sabes exactamente dónde está mi lente de contacto.  Por favor, ayúdame."
Finalmente, bajaron.  Al pie de la montaña había un nuevo grupo de alpinistas comenzando a enfrentar el risco.  Uno de ellos gritó: "¡Oigan, jóvenes! ¿Alguien perdió un lente de contacto?".  Bueno, esto hubiera sido suficientemente llamativo, pero... ¿Sabes cómo el alpinista vio el lente de contacto?  Una hormiga se movía lentamente a través de la roca, cargando el lente.
Brenda me dijo que su padre era caricaturista.  Cuando ella le contó esta increíble historia de la hormiga, la oración y el lente de contacto, él dibujó una caricatura de una hormiga cargando un lente de contacto, diciendo: "Señor, no sé por qué Tu quieres que yo cargue esta cosa.  No puedo comérmela, y está extremadamente pesada.  Pero si eso es lo que Tú quieres que yo haga, yo la cargaré para Ti."
Creo que probablemente nos haría bien a algunos de nosotros decir ocasionalmente: "Señor, no sé por qué quieres que yo lleve esta carga.  No veo nada bueno en ello y es bastante pesada.  Pero si Tú quieres que yo la cargue, lo haré para Ti."

EL NÁUFRAGO
El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. El hombre oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero ésta no parecía llegar.
Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.
Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido..., lo había perdido todo. Quedó anonadado, sintiendo tristeza y rabia.
"Dios, ¿cómo me pudiste hacer esto a mí?" se lamentó.
Temprano al día siguiente, sin embargo, el náufrago fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. La nave había venido a rescatarlo.
"¿Cómo supieron que estaba aquí?" preguntó el cansado hombre a sus salvadores. "Vimos su señal de humo", contestaron ellos.

Hay veces que los problemas, aún los más desmoralizantes, pueden terminar resultando oportunidades.

ELIGIENDO CRUCES
(Mamerto Menapace)

Este cuento relata la historia de un hombre que hacía ya unos años había abandonado a su familia y a sus amigos, y se había largado a linyerear.
Cierto día de fea llovizna, amargado y cansado, llegó nuestro amigo a la estación de ferrocarril, donde consiguió un permiso para pasar la noche. Comió un poco de estofado que le dio el sereno de la estación, y reconfortado preparó su cama: un trozo de plástico negro, como colchón que evitaba la humedad. Se tapó con unas bolsas, se hizo la señal de la cruz y rezó el Padrenuestro, tal como se lo enseñara su madre. Tal vez fue el recuerdo de su madre el que lo hizo pensar en Dios, y como no tenía otro a quien quejarse, se las agarró con el Todopoderoso, reprochándole su mala suerte. A él tenían que tocarle todas; parecía que el mismo Dios se las había agarrado con él haciéndolo cargar con todas las cruces del mundo. Y con estos pensamientos se quedó dormido.
   En un sueño, Dios le dijo: “Vea amigo, estoy cansado de que los hombres se me anden quejando siempre, parece que nadie está conforme con lo que yo le he destinado, así que desde ahora dejo que cada uno elija la cruz que quiera llevar, pero que después no me vengan con quejas, la que agarren la van a tener que llevar sin protesta. Acabo de recorrer el mundo quitando todas las cruces, y ya que está usted acá va a ser el primero en tener la oportunidad de elegir”.
   El hombre quedó sorprendido al ver que el galpón estaba lleno de cruces, de todos los tamaños, pesos y formas. Miró primero para el lado que estaban las más chiquitas, pero le dio vergüenza pedir una tan chiquita. Buscó entonces entre las grandes, pero se desanimó enseguida porque se dio cuenta que no le daba el hombro para tanto. Fue entonces y se decidió por un tamaño medio, ni muy grande ni tan chica. Pero resulta que entre éstas había unas muy pesadas de quebracho, y otras livianitas de cartón. Le dio no sé qué agarrar una de juguete y tuvo miedo de no poder cargar una de las pesadas. Se quedó con una de peso regular.
   Pero todavía faltaba tomar otra decisión porque no todas las cruces tenían la misma terminación. Había lisitas y parejas, que se acomodaban perfectamente al hombro, y había otras llenas de rugosidades y nudos que al menor movimiento podían sacar heridas. Se decidió por fin y, tomando una de las medianas, la que era regular de peso y tamaño, se dirigió a Dios diciéndole que elegía para su vida aquella cruz.
   Dios lo miró a los ojos, y le preguntó si estaba seguro de su elección, que lo pensara bien para luego no arrepentirse y venir otra vez con quejas. Pero el hombre se afirmó en lo hecho y garantizó que lo había pensado muy bien, que aquella cruz ere justa para él. Dios, casi riéndose le dijo: “Esa cruz que usted eligió es la que ha venido llevando hasta el presente. Así que de ahora en adelante, cargue su cruz y sígame, y déjese de protestas, que yo sé bien lo que hago y lo que a cada uno le conviene para llegar bien a mi casa”.

LUCHA HASTA VENCER

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su
maestra y sus compañeros.

        Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron de urgencia al hospital del condado. En su cama, horriblemente quemado y semi-inconsciente, el niño oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría - que era lo mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo.

        Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió. Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas.

        Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido;
¡caminaría! Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía
capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.

         Finalmente, le dieron de alta. Todos los días, su madre le masajeaba las
piernas, pero no había sensación, ni control, nada. No obstante, su
determinación de caminar era más fuerte que nunca.

         Cuando no estaba en la cama, estaba confinado a una silla de ruedas. Una
mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese
día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el
césped arrastrando las piernas.

        Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar. Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.

        Por fin, gracias a los fervientes masajes diarios de su madre, a su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después
correr.

         Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera
sobre pista.

        Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de que sobreviviera, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, el Dr. Glenn Cunningham, ¡corrió el kilómetro más veloz del mundo!

HUELLAS
Una noche, un hombre soñó que se paseaba por la playa con nuestro Señor. En el cielo aparecieron escenas de su vida, con dos series de huellas en la arena: una de él y la otra del Señor.
   Al aparecer la última escena delante de él, tornó su mirada hacia atrás y notó que muchas veces en el camino de su vida, sólo había una serie de huellas en sus momentos más tristes y deprimidos.
   Esto le molestaba tanto que preguntó: “Señor, me dijiste que una vez que decidiera seguirte, caminarías conmigo toda la distancia, pero he notado que en los momentos más difíciles de mi vida, sólo hay una serie de huellas. No comprendo porqué cuando más te necesitaba, Tú me dejabas solo.”
   El Señor le contestó: “Hijo mío, te amo y nunca te he abandonado. En tus momentos de prueba y sufrimiento, cuando tú sólo ves una serie de huellas, era entonces que Yo te cargaba.”

QUÉ SIGNIFICA FRACASAR

Fracaso no significa que somos unos fracasados.
Significa que todavía no hemos tenido el éxito esperado.

Fracaso no significa que no hemos logrado nada.
Significa que hemos aprendido algo.

Fracaso no significa que hemos actuado como necios.
Significa que hemos tenido mucha fe.

Fracaso no significa que hemos sufrido el descrédito.
Significa que estuvimos dispuestos a probar.

Fracaso no significa falta de capacidad.
Significa que debemos hacer las cosas de manera distinta.

Fracaso no significa que somos inferiores.
Significa que no somos perfectos.

Fracaso no significa que hemos perdido nuestra vida.
Significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.

Fracaso no significa que debemos echarnos atrás.
Significa que tenemos que luchar con mayor ahínco.

Fracaso no significa que jamás lograremos nuestras metas.
Significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas.

Fracaso no significa que Dios nos ha abandonado.
Significa que Dios tiene una idea mejor y un plan de salvación para nosotros.

SUERTE O DESGRACIA
Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-Padre, ¡qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre- Veremos qué trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-Padre, ¡qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho - Nuestro caballo ha traído
otro caballo.
-¿Por qué le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos qué nos trae el tiempo...
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, ¡qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho - ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo...
El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después, pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo termina siendo positivo o negativo.

ZANAHORIA, HUEVOS O CAFÉ
El oro para ser purificado debe pasar por el fuego y el  ser humano necesita pruebas para pulir su carácter.  Lo importante es cómo reaccionamos frente a las pruebas.
   Una hija se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles.  No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.  Estaba cansada de luchar.  Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.  Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego de las hornallas.  Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.  En una colocó zanahorias, en otra huevos y en la última puso granos de café.  Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.  A los veinte minutos el padre apagó el fuego.  Sacó las zanahorias y las colocó en una fuente.  Sacó los huevos y los puso en otro.  Coló el café y lo pasó a una tercera fuente.  Mirando a su hija, le dijo: "Querida, ¿qué ves?" "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
   La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.  Ella lo hizo y notó que estaban blandas.  Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera.  Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.  Luego le pidió que probara el café.  Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, papá?"  Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad, agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.  La zanahoria llegó al agua fuerte, dura.  Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer.  El huevo había llegado al agua frágil.  Su cáscara fina protegía su interior líquido.  Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.  Los granos de café, sin embargo, eran únicos.  Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cuál sos vos?", le preguntó a su hija.  "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondés?  ¿Sos una zanahoria, un huevo o un grano de café?"

        ¿Y yo cómo reacciono?  ¿Soy una zanahoria que parece fuerte, pero que cuando la adversidad y el dolor me tocan, me vuelvo débil y pierdo mi fortaleza?  ¿Soy un huevo, que comienza con un corazón maleable?  ¿Poseía un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido me he vuelto duro y rígido?  ¿Por fuera me veo igual, pero estoy amargado e irritable, con un espíritu y un corazón endurecidos?  ¿O soy como un grano de café?  El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor.  Cuando el agua llega al punto de ebullición, el café alcanza su mejor sabor.  Si soy como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, ¿reacciono mejor y hago que las cosas a mi alrededor mejoren? 
         ¿Cómo manejo la adversidad?  ¿Soy una zanahoria, un huevo o un grano de café?

 

MOZAMBIQUE: JOVEN SIN PIERNES GATEABA 4 KILÓMETROS PARA IR A MISA
(Agencia Zenit, 26/8/08)

Un grupo de religiosas de la congregación Hermanitas de los Ancianos Desamparados que partió el pasado año desde Valencia para fundar un asilo en Chissano (Mozambique) atiende en la actualidad a una joven que carece de piernas y que gateaba cuatro kilómetros todos los domingos para asistir a misa en la ciudad africana.

Las religiosas han promovido ya la compra por parte de un benefactor de la congregación de una silla de ruedas para la joven, llamada Olivia, de 25 años de edad, quien la estrenó recientemente, el día de su bautismo, según han explicado a la agencia de noticias de la arquidiócesis de Valencia AVAN fuentes de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

         Antes de disponer de la silla de ruedas,  "la arena del camino le quemaba las palmas de las manos en la época más calurosa del año", pero aun así acudía gateando a la eucaristía, "dando un testimonio de superación y de fe heroico".

         Las religiosas, al poco tiempo de desplazarse hasta Chissano, coincidieron con Olivia en un camino de la localidad africana tras "ver a lo lejos que algo se movía serpeando" y comprobar, "para nuestra sorpresa, que era una joven", han recordado. "Pudimos entablar conversación con ella a través de una señora que pasaba por allí y que nos traducía al portugués lo que ella nos relataba" en dialecto changana.

         En la atención de la joven discapacitada también colabora el párroco de Chissano, quien atiende pastoralmente "un territorio muy extenso y con infinidad de feligreses con graves necesidades por estar discapacitados y no tener recursos económicos o apoyos familiares", han señalado las mismas fuentes. Para preparar a Olivia para recibir el sacramento del Bautismo, el sacerdote envió de forma periódica a un catequista hasta el domicilio de la mozambiqueña. En la ceremonia, un benefactor de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados ejerció como padrino y, después, dispuso su casa para organizar un convite.



WILMA RUDOLPH

(1940 - 1994) Atleta estadounidense, primera mujer que ganó tres medallas de oro en pruebas de pista en una misma edición de los Juegos Olímpicos. Su vida es un claro exponente de lo que es posible conseguir con tenacidad, perseverancia y un constante espíritu de superación.
Wilma, vigésima de veintidós hermanos, tuvo que luchar durante su infancia para remontar la pobreza, la discriminación racial y una minusvalía física, consecuencia de la polio, que le hizo andar con un aparato ortopédico durante sus primeros años de vida.
En la década del ’40, millones de norteamericanos se encontraban inmersos en la pobreza, debido a la Gran Depresión. Entre ellos se encontraba la familia Rudolph. Los vestidos para sus hijas eran hechos por la mamá con tela de las bolsas de harina.
Wilma nació prematura. Debido a la segregación racial de entonces, no pudo ser atendida en el hospital de la zona, porque era sólo para blancos. Más adelante, tuvo que consultar porque su pierna izquierda se estaba debilitando y deformando. Allí se le informó a la familia que Wilma tenía polio, y que nunca llegaría a caminar. Su madre no se dio por vencida, y la siguió haciendo atender en el hospital universitario de Nashville, que se encontraba a 80 kilómetros. Allí concurrió dos veces por semana, durante dos años, hasta que logró caminar con la ayuda de una prótesis metálica. Continuó haciendo la rehabilitación en su casa, con la ayuda de sus hermanos. Finalmente, a los 12 años, pudo caminar normalmente, sin necesidad de muletas o zapatos ortopédicos.
Es ahí que decide ingresar al equipo de básquet del colegio. Estuvo integrándolo, como suplente, sin jugar un solo partido durante tres años, hasta que comenzó a ser titular. Llegó a destacarse en la selección de su colegio secundario, con el que salió campeona del estado. Luego pasó a atletismo, en el que pronto se destacó como la más veloz. Después de algún tiempo compitiendo en encuentros estatales, su enorme potencial y tesón la llevó hasta las pruebas clasificatorias para ingresar en el equipo estadounidense que participaría en las Olimpiadas de Melbourne. Superadas éstas, se incorporó al combinado estadounidense y marchó a Australia, donde consiguió la medalla de bronce para su equipo en relevos.
Con la marca mundial en los 200 metros, Wilma se preparó para las Olimpíadas Roma ’60. Allí, en los 100 metros, al recorrer esta distancia en once segundos exactos se convirtió en la mujer más rápida del mundo y en la primera norteamericana que ganaba esta carrera desde 1936, aunque el viento en contra impidió que el tiempo hecho por ella fuera considerado un récord mundial.

BETHANY HAMILTON, UNA SURFISTA EXCEPCIONAL
(tomado de un artículo de Luis A. López)

hamilton

Con  apenas 18 años de edad, Bethany Hamilton ya es una de las máximas figuras del surf en Estados Unidos y es reconocida también a nivel mundial. A los 13 años obtuvo el segundo lugar del campeonato nacional de surf con lo que ganó respeto en esta disciplina. Sin embargo, en octubre del 2003 fue víctima del ataque de un tiburón tigre y perdió el brazo izquierdo, lo que puso en riesgo su sueño de convertirse en una profesional.
Bethany Hamilton nació el 8 de febrero de 1990 en la isla de Kauai, Hawaii.  Proveniente de una familia de surfistas, comenzó a practicar este deporte desde muy temprana edad. Ella había tomado la decisión de tener una relación personal con Jesucristo y seguirlo el resto de su vida.
A los 7 años de edad Bethany ya dominaba las olas sin ayuda de sus padres, y a los 8 años la inscribieron en un concurso en Hawaii y ganó; esto motivó a Bethany para seguir participando en competencias.
A la edad de 13, en el 2003, Bethany ya era una figura en el mundo del surf y todo indicaba que se convertiría en profesional. Sin embargo, el 31 de octubre de ese mismo año, mientras surfeaba en el norte de Kauai, Hawaii, sucedió una tragedia. Ese día, se adentró en el mar para entrenarse, como hacía cada día desde hace cuatro años, con su amiga Alana. No habían pasado ni 10 minutos cuando la muchacha empezó a hacer aspavientos. Al principio, sus compañeros creían que era una broma, porque remaba sobre su tabla de surf con un solo brazo. Sin embargo, mientras lo que para unos parecía una divertida escena, se escondía un verdadero drama: la lucha por la supervivencia. Un tiburón tigre de unos cuatro metros y medio había confundido a Bethany con una presa. De un solo mordisco, el escualo se llevó un trozo de la tabla y le seccionó, a la altura del hombro, el brazo izquierdo.

De pronto, sus amigos empezaron a percibir que aquello no era una broma. El padre de Alana logró rescatarla del agua y le hizo un torniquete para detener la hemorragia. Mientras socorristas y surfistas iniciaron una desesperada búsqueda para encontrar el brazo, la joven era trasladada al Wilcox Memorial Hospital, de Lihue. Casualmente, Tom, el padre de la niña, se encontraba en ese mismo centro sanitario para someterse a una intervención leve de rodilla. “Estaba en el quirófano cuando alguien entró y dijo que un tiburón había mordido a una chica de 13 años.” Enseguida, se dio cuenta de que únicamente podía tratarse de su hija o de Alana, la amiga de ésta. Después, la impotencia se apoderó de él. “Era Bethany. Creía estar viviendo una pesadilla”


Con la incertidumbre de saber si podría seguir en el surf con un solo brazo, Bethany decidió darse una oportunidad e intentarlo en su nueva condición. Para sorpresa de toda la prensa y conocidos, la joven ya estaba sobre las olas tan solo un mes después del ataque.  Comenzó otra vez desde cero, primero con una tabla larga y fue progresando rápidamente hasta que logró maniobrar de nuevo en tablas cortas. En enero del 2004 ya estaba de vuelta en las competencias. Los jueces de los concursos le ofrecieron que tomara 5 minutos de ventaja en la salida pero ella rechazó estas ofertas ya que quería  ser tratada igual que el resto de los competidores.
Ocho meses después del ataque ganó el quinto lugar en el concurso nacional de surf. A pesar de que todo el mundo estaba sorprendido de verla competir tan solo a unos meses del ataque, nadie esperaba que obtuviera un lugar tan bueno sin ninguna ventaja respecto a los demás.
En Agosto del 2004, Bethany ganó el primer lugar en el circuito de surf de Hawaii. En 2005 conquistó el campeonato nacional, adjudicándose el 1º lugar en la división femenina. Además de estos premios,  Bethany Hamilton tiene muchos reconocimientos, entre ellos el del mejor regreso de un atleta en 2004.
Desde que decidió seguir su carrera de deportista profesional a pesar de la pérdida de su brazo izquierdo, Bethany ha atraído la atención y el reconocimiento de la prensa local, nacional e internacional. Se ha convertido en un símbolo de coraje e inspiración para muchas personas con discapacidad y esto la ha motivado a ayudar a quienes lo necesiten. Antes y después del accidente siempre ha mantenido una actitud positiva y voluntad de realizar lo que se propone. 
“Ella cree que logró llegar a tierra sólo porque cuando perdió el brazo Dios le tenía algo reservado. Ahora su objetivo fundamental es utilizar su propia experiencia para ayudar a otros. Quiere hablar de las mujeres que hacen surf y de su fe. Bethany no desea que digan que es valiente o una heroína. Sólo quiere ser natural, ser ella misma”, explica Hofstetter, su portavoz

Bethany sigue manteniendo la relación con Dios que decidió tener desde muy pequeña,  “Cada vez que subo a mi tabla estoy contenta de estar ahí en el océano de Dios”, dice en su autobiografía. También ha escrito algunos libros cómo “La biblia para el alma de un surfista” en relación a su religión (Cristiana), y naturalmente el surf, su pasión.
Actualmente Bethany Hamilton sigue compitiendo nacional e internacionalmente y ocupa los primeros puestos en la división femenina. Le queda una larga carrera por delante y ha dejado de ser una promesa para convertirse en una de las grandes del surf mundial.