Orar es una necesidad. Nos hace bien. Nos da paz.

Orar es entrar en un diálogo. Aquí te ofrecemos algunas plegarias que te pueden ayudar a expresarte, a comunicarte con Dios.

Estamos convencidos que Dios tiene tres respuestas posibles a nuestras peticiones:
1) Sí.
2) Todavía no.
3) Tengo pensado para vos algo mejor.

Confiamos en el poder de la oración, sabiendo que Nuestra Señora de la Dulce Espera nos presta atención y tiene en cuenta nuestras necesidades, tal como lo hace una madre amorosa con sus hijos.

Si deseás que recemos por vos, escribinos a capilladulceespera@gmail.com Hacenos llegar tu pedido de oración. Nos ofrecemos como comunidad para rezar cada domingo, en la Misa, por tu intención particular. Queremos que sepas que no estás solo; podés contar con nuestra oración humilde e insistente.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA DULCE ESPERA

Bendita seas María, Virgen y Madre,
el Señor te llenó de gracia y alegría
en la dulce espera de Jesús.

Te rogamos por los esposos
que desean el don de un hijo,
ayúdalos en esta esperanza
y a apoyarse en el camino de la vida.

Acuérdate de los que han abierto
su corazón a la adopción,
mantenlos en la alegría de su generosidad.

También únete a quienes han recibido
los hermosos nombres de Padre y Madre,
para que con vos den gracias a Dios
por su grandeza manifestada
en el niño recién nacido.

Finalmente recógenos a todos
en el gran abrazo del Espíritu Santo,
para que mostremos al mundo
que podemos vivir como hermanos,
porque todos somos Hijos de Dios.

Amén

ORACIONES DE LA MUJER EMBARAZADA

1. ORACIÓN

María, mamá de Dios y mamá nuestra.
En tus manos amorosas pongo mis deseos y mis sueños,
para que intercedas ante tu Hijo por “mi hijo”.

Un hijo que aún no conozco, pero que ya nació a la Vida.
Un hijo que aún no tengo en mis brazos, pero que ya recibe mi amor.

Envolveme, Madre Buena, con tu manto de amor
y aliviá mis dolores, mis angustias, mis dudas, mis miedos.

Acompañame con tu fuerza y dulzura,
para que yo también pueda meditar en esta dulce espera,
e ir guardando todo en mi corazón, como lo hiciste vos.

Pongo, ante tu Hijo, mi deseo más profundo de ser mamá,
y me abandono a su amor, con agradecimiento y con fe,
para que, al igual que en vos, se haga en mí su voluntad.

Amén.

 

2. ORACIÓN

Virgen María, Madre de Dios,
que cobijaste en tu seno al Salvador,
te pedimos que nos protejas en este momento
en que confiadamente esperamos un hijo,
para que podamos aceptarlo con amor,
educarlo de modo que “crezca en
sabiduría, estatura y gracia”
ante los ojos de Dios,
y conducirlo con nuestro ejemplo
hacia la casa del Padre.

Amén

 

3. ORACIÓN

María, Madre del amor hermoso,
dulce muchacha de Nazaret,
vos, que proclamaste la grandeza del Señor,
y diciendo “sí”,
te hiciste Madre de nuestro Salvador y Madre nuestra,
atendé hoy las súplicas que te hago.

En mi interior una nueva vida está creciendo.
Un pequeño que traerá alegría y gozo,
inquietudes y temores,
esperanza y felicidad a mi hogar.

Cuidalo y protegelo
mientras lo llevo en mi seno.

Hacé que, en el feliz momento del nacimiento,
cuando escuche sus primeros sonidos
y vea sus manos chiquitas,
dé gracias al Creador
por la maravilla de este don que Él me regala.

Que, siguiendo tu ejemplo y modelo,
pueda acompañar y ver crecer a mi hijo.

Ayudame e inspirame
para que él encuentre en mí
un punto de partida para andar
sus propios caminos.

Madre de Jesús y Madre mía,
fijate especialmente
en aquellas mujeres que enfrentan
este momento solas,
sin apoyo ni cariño.
Que puedan sentir el amor del Padre y así
descubran que cada niño es una bendición.
Que sepan que la decisión de acoger y
nutrir al hijo les es tenida en cuenta.

Nuestra Señora de la Dulce Espera,
dales tu consuelo y tu valor.

Amén.

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA DULCE ESPERA
(Fuente: Sonia Arévalo y Cristina Amitrano de Nieto)

Oraciones para cada día.
1. Señal de la cruz
En el nombre de Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
2. Para arrepentirse de los pecados
Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia,
Ni retires de mí tu Santo Espíritu.
(Salmo 51, 3.12)

3. Jaculatoria
Nuestra Señora de la Dulce Espera,
Ruega por nosotros.

4. Seguir la reflexión propia de cada día

DÍA PRIMERO
El Señor nos regala la vida

Compartimos la Palabra
“El Ángel entró en su casa y la saludó diciendo: ‘¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo’. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: ‘No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús’. María dijo entonces: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho’”. (Lc. 1, 28-31.38)

Reflexionamos
María, por su fe, pronunció estas palabras. Y así, a través de ella, la Vida vino a nosotros. Ella, plenamente mujer, se confió a Dios sin reservas, se mostró completamente dispuesta a la acción del Espíritu Santo y en esta respuesta se entregó para cooperar con la Gracia de Dios

Oramos
Al comenzar este primer día de la novena, te expresamos Madre, nuestro amor. Venimos con confianza a pedirte por nuestras necesidades, haz que te imitemos en tu Sí a Dios.
Comprende nuestro pedido, atiéndelo.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por todos los padres y madres que esperan un hijo.
-Por todas las familias de nuestro país.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Que el Señor bendiga nuestra familia y la llene de gracia.

DÍA SEGUNDO
El Señor nos invita a ponernos al servicio de la vida

Compartimos la Palabra
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá todo lo que te fue anunciado de parte del Señor’”. (Lc. 1, 39-45)

Reflexionamos
Las palabras de Isabel - "Feliz de ti por haber creído" - se aplican no sólo a aquel momento concreto de la Anunciación, sino a toda la vida de María. En su peregrinar hacia Dios, María recorrió un camino de fe que transitó toda su vida. Y lo hizo de modo heroico. En su obediencia de fe, ella se abandonó a Dios y, esperando contra toda esperanza, creyó cada día, en medio de las pruebas y contrariedades.

Oramos
María, Madre de Jesús y Madre nuestra, intercede ante tu Hijo y enséñanos a amar y servir a los demás. Que, siguiendo tu ejemplo de disponibilidad, sepamos aceptar la vida como el don gratuito que Dios nos ha dado. Que podamos recorrer con fe y esperanza los caminos que nos llevan a cumplir la voluntad del Padre.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por los que desean recibir la gracia de un hijo.
-Por los padres que no tienen trabajo.
-Por las madres que están solas.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.

Rezamos:
Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Madre Santísima, bendice nuestro hogar.

DÍA TERCERO
Dios hace maravillas con nuestra vida

Compartimos la Palabra
“María dijo entonces:
‘Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es Santo! (Lc. 1, 46-50)

Reflexionamos
Cuando Isabel saludó a la joven pariente que llegaba de Nazaret, María respondió con el Magnificat. Este canto de alabanza fue la respuesta de todo su ser a Dios, expresada de forma poética, pero sencilla. Sus palabras están inspiradas en muchos textos sagrados del pueblo de Israel y reflejan el gozo de su espíritu, la felicidad que le provoca ser consciente de que en ella se realiza la promesa hecha "en favor de Abraham y su descendencia por siempre".

Oramos
María, madre de Jesús, enséñanos a rezar con fe, con apertura de corazón y sencillez, no sólo por nuestras necesidades sino también por las de todos aquellos que sufren y necesitan de nosotros y de nuestra palabra de esperanza. Que de nuestra boca, como de la tuya, broten palabras de alabanza hacia el Creador y Dador de vida.
Dios Padre Nuestro, rico en amor y misericordia, que este tiempo de espera se transforme en una oportunidad de crecer en nuestra fe y en nuestra entrega a los demás. Que podamos encontrar momentos de alegría y felicidad y los compartamos con quienes nos rodean.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por todos los bebés que crecen y se preparan para nacer.
-Por todos los chicos abandonados.
-Por las mamás adolescentes.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

María, que en la Dulce Espera del Señor nos mostraste un camino de Esperanza, bendice nuestra vida.

DÍA CUARTO
"...Y llegó el momento de ser madre"

Compartimos la Palabra
“Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” (Lc. 2, 6-7)

Reflexionamos
María da su consentimiento a la elección de Dios, para ser la madre de su Hijo por obra del Espíritu Santo. Y toda su existencia está marcada por la certeza de que Dios está a su lado y la acompaña con su providencia benévola.

Oramos
Nuestra Señora de la Dulce Espera, ayúdanos a ser sencillos y pobres de corazón para alimentarnos de tu amor y crecer en fe y esperanza, sabiendo que todo lo debemos esperar de tu Hijo, nuestro Salvador.
Ayúdanos a que, a semejanza tuya, vivamos con la certeza de que Dios está a nuestro lado y nos acompaña con su divina providencia.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra Madre, te lo pedimos Señor.
-Por aquellas mamás que están a punto de parir.
-Por todos los que tienen en sus manos la vida humana.
-Para que todos los niños crezcan en un mundo de paz y amor
-Por las intenciones particulares con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Madre Santísima, bendice nuestro trabajo de cada día y que lo pongamos al servicio de la vida.

DÍA QUINTO
Nuestro hijo, plan de amor de Dios Padre

Compartimos la Palabra
“Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre y, acabada la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él.
Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: ‘Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados’. Jesús les respondió: ‘¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?’ Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. (Lc. 2, 41-51)

Reflexionamos
Durante los años de su vida oculta en Nazaret, Jesús "vivía sujeto" a sus padres (Lc. 2, 51); sujeto a María pero también sujeto a José, su padre terrenal; de ahí que la gente considerara a Jesús como "el hijo del carpintero" (Mt. 13,55).
Cuando el evangelista nos dice que "ellos (José y María) no entendieron lo que les decía", pone de relieve que aún su madre vivía en la intimidad con el misterio de Jesús, Hijo de Dios, sólo por medio de la fe. Por eso dice la escritura: "Feliz de ti por haber creído" (Lc. 1, 45).

Oramos
Jesús, concédenos comprender, con la ayuda de tu gracia, las distintas situaciones que se nos van presentando en la vida, especialmente las más difíciles, aquellas en las que el dolor pone a prueba nuestra fe.
María, Madre de los vivientes, que acogiste la Vida en nombre de todos y para el bien de todos, guíanos en el camino, protege a nuestras familias. Enséñanos a “estar en las cosas del Padre”.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por todos los niños.
-Por nuestras familias.
-Para que en todos los hogares haya compresión y amor.
-Por todos los chiquitos enfermos.
-Por las intenciones particulares con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Señor Jesús, bendice nuestra casa de manera que sigamos los pasos del humilde hogar de Nazaret.

DÍA SEXTO
María, nuestra madre, está atenta a nuestras necesidades

Compartimos la Palabra
“Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino’. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía’. Pero su madre dijo a los sirvientes: ‘Hagan todo lo que él les diga.’” (Jn. 2, 1-5)

Reflexionamos
María manifiesta una maternidad nueva, según el Espíritu, cuando va al encuentro de las necesidades del hombre. En Caná de Galilea se muestra sólo un aspecto concreto de la indigencia humana, aparentemente pequeño y de poca importancia ("no tienen vino"). Pero esto tiene un valor simbólico. María se ubica entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Como Madre, se sitúa "en medio", se hace mediadora. Ella intercede por los hombres y es portavoz de la voluntad de su Hijo: "Hagan lo que él les diga".

Oramos
Madre del amor hermoso, intercede para que Jesús atienda nuestras necesidades. Enséñanos a hacer todo lo que Él nos dice y a pedir en la oración el conocimiento que todavía nos falta para tener el gusto profundo de las cosas de Dios.
Que sepamos ver las necesidades de los que nos rodean y podamos brindarnos generosamente, ayudando especialmente a las mamás que, en este momento fundamental de sus vidas, se encuentran solas y desamparadas.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por las madres que están solas.
-Para que nadie se sienta abandonado o no querido.
-Por todos los que trabajan en defensa de la vida.
-Por la intención particular con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Señor, danos tu bendición.

DÍA SÉPTIMO
Tu hijo también tiene una misión

Compartimos la Palabra
“Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: ‘Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte’. Jesús le respondió: ‘¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?’. Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre’” (Mt 12, 46-50)

Reflexionamos
María es la primera entre aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Por eso aquella bendición pronunciada por Jesús se refiere en primer lugar a ella. María se convierte, en cierto sentido, en la primera "discípula" de su Hijo y, por medio de su fe, descubre una nueva maternidad según el Espíritu.

Oramos
Madre nuestra, Señora de la Dulce Espera, tú nos enseñas que hallamos nuestra plenitud en la vida haciendo lo que Dios nos pide, construyendo el amor cada día y sirviendo al Señor. Que podamos testimoniar el significado del amor auténtico diciendo sí a la voluntad de Dios y sirviendo a Jesús en nuestros hermanos.
Acuérdate de las familias que abrieron su corazón a la adopción; ayúdalas en la alegría de su generosidad:
Que puedan gustar los hermosos nombres de papá y mamá. Que, teniéndote a vos como modelo incomparable de acogida y cuidado de la vida, puedan dar gracias por la bendición recibida.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra Madre, te lo pedimos, Señor.
-Por todos los matrimonios que expresan su amor y su generosidad a través de la adopción.
-Por los chicos que no tienen un hogar.
-Por la intención particular con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Bendice, Señor, a todas las familias que desean el don de un hijo.

DÍA OCTAVO
Amar a Dios sobre todas las cosas

Compartimos la Palabra
“Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: ‘¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!’ Jesús le respondió: ‘Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican.’” (Lc. 11, 27-28)

Reflexionamos
Esta frase constituía una alabanza para María como madre de Jesús según la carne. Al evocarla, recordamos el evangelio de la infancia de Jesús, en el que María está presente como la madre que concibe al Hijo de Dios, lo da a luz y lo amamanta: la madre-nodriza a la que alaba una mujer de la multitud... Gracias a esta maternidad, Jesús es un verdadero hijo del hombre.
Sin embargo, con su respuesta, el mismo Jesús quita vigorosamente la atención de la maternidad entendida sólo como vínculo de carne y la sitúa en aquel misterioso vínculo del Espíritu que se da en la escucha y la observancia de la Palabra de Dios.

Oramos
María, muchachita de Nazaret, tú que viviste las dimensiones de lo humano y de lo femenino de manera perfecta, intercede por nosotros, para que seamos atentos escuchas de la Palabra de Dios. Aleja de nosotros todo lo que nos impida practicar lo que Jesús nos enseñó. Pon en nuestra boca tus palabras, tus intenciones y todo lo que pueda abrir nuestro corazón al bien y al amor.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Porque las mujeres puedan amamantar a sus hijos, dándoles su alimento y su amor.
-Para que todos los padres puedan ayudar a crecer a los hijos.
-Por los abuelos que colaboran con la educación cristiana de sus nietos.
-Por la intención con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Bendice, María Santísima, a todas las personas mayores que colaboran con el cuidado y la atención de los niños.

DÍA NOVENO
Jesús nos da a María como Madre

“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: ‘Mujer, aquí tienes a tu hijo.’ Luego dijo al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre.’ Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. (Jn. 19, 25-27)

Reflexionamos
La maternidad de María, que se convierte en herencia del hombre, es un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. A los pies de la cruz comienza aquella especial entrega del hombre a la Madre de Cristo. La entrega es la respuesta al amor de una persona y, en concreto, al amor de la Madre. Por eso, a través de los siglos, de entre los diversos pueblos y naciones de la tierra, el hombre se dirige a María con veneración y confianza, como quien se dirige a su madre y busca en su fe el sostén para la propia fe.

Oramos
María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra, sabemos que nos acompañas en el camino de la vida intercediendo por nosotros y por nuestras necesidades. Danos un corazón fuerte y generoso. Gracias porque cada uno de nosotros somos participes de la vida de Dios.
Te pedimos que nos enseñes a respetar, proteger y defender la vida, especialmente la más débil e inocente.
Inspira y protege especialmente a aquellos que, condicionados por el medio y las circunstancias que los rodean, no llegan a ver que la vida es siempre un bien. Que ellos sepan que "ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc. 1,30 37) y se entreguen con confianza a su providencia benévola.
Bendícenos y guíanos en este camino para poder florecer en virtud y santidad.
Confiamos en tu intercesión y esperamos con fe que Jesús nos conceda lo que pedimos.

A cada intención respondemos: Por María, nuestra madre, te lo pedimos Señor.
-Por los bebés no deseados, sus madres y padres.
-Por los niños abandonados.
-Por los que sufren.
-Para que trabajemos en defensa de la vida humana.
-Por la intención particular con que rezamos esta Novena.

Una de las cosas más importantes que vino a hacer Jesús en la tierra es enseñarnos que Dios es nuestro Padre. Con esa confianza le decimos:
Padrenuestro (Ave María, Gloria).

Bendice, Señor, a cada niño que está por nacer.

BENDICIONES PARA LA MISA
(Fuente: Pquia. Inmaculada Concepción, Devoto, Buenos Aires)

(Después de la Oración de los fieles)
ORACIÓN SOBRE LAS FUTURAS MAMÁS

Señor y Padre nuestro,
te damos gracias por mostrarnos tu amor
con el regalo de estos niños que están por nacer.
Tú acompañaste a Nuestra Señora
en la Dulce Espera del niño Jesús,
concebido por obra del Espíritu Santo
Tú conoces la vida de estas madres.
Te pedimos que las bendigas,
y así puedan vivir con alegría este momento.
Bendice también a sus hijos para que nazcan sin problemas,
y renovados por la gracia del Bautismo,
te alaben junto con sus hermanos,
en la gran Familia de la Iglesia.
Por Jesucristo Nuestro Señor. (Agua Bendita)

 

ORACIÓN SOBRE LOS QUE SUPLICAN LA GRACIA
DE PODER TENER FAMILIA

Dios de Bondad,
de quien procede toda paternidad y maternidad;
te pedimos por quienes anhelan tanto el don de un hijo.
Que puedan ver en esas criaturas
un signo de Tu presencia en sus hogares.
Bendice su amor para que sea fecundo
y así también haya otros corazones que te amen,
otras voces que te alaben,
otras vidas que muestren que el amor es posible.
Que la Virgen Madre, Nuestra Señora de la Dulce Espera,
interceda para que estas familias crezcan
por el milagro del Amor y de la Vida.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

(Después de la Comunión):
BENDICIÓN DE LOS ESCARPINES

Señor, que santificas todas las cosas, (Agua Bendita)
derrama Tu bendición sobre estos escarpines,
y concede salud y protección a los bebes que los llevarán.
Por Jesucristo Nuestro Señor. (Entrega)

BENDICIÓN DE LOS ESPOSOS
QUE SE PREPARAN PARA ADOPTAR UN HIJO

(Después de la oración de los esposos que piden tener un hijo)

Dios, que por la entrega de tu Hijo y el don de su Espíritu
nos hiciste tus hijos adoptivos,
atiende la súplica de estos hermanos nuestros
que se disponen a adoptar un hijo.
Padre Bueno, que encomendaste al esposo de María, San José,
cuidar a tu Hijo único hecho hombre
en el seno de la Virgen Madre, por obra del Espíritu Santo,
por la intercesión del padre adoptivo de Jesús
bendice ≅ a estos esposos
para que su deseo de formar una familia se vea cumplido.
Que con el ejemplo y la ayuda de San José,
tengan un corazón unido y fuerte en las tristezas, paciente en la espera
y abierto para recibir un niño que los necesita como padres;
que custodien con generoso amor esa vida a ellos encomendada,
tengan lo necesario para una digna subsistencia
y eduquen sabia y cristianamente a su hijo.
Te lo pedimos Señor,
fuente de toda paternidad en el cielo y en la tierra,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén